miércoles, 9 de noviembre de 2011

7. Desengaño


          Desperté y ya no estabas a mi lado. No estabas en el baño, ni en la cocina, ni en la sala. Ni en el piso. Ni fumando en el portal. Ni en tu casa. Tampoco estabas en la ciudad.
          No sé por qué pero no me sentí traicionada ni abandonada. Acepté con una extraña tranquilidad tu huida. Supongo que, en el fondo, sabía que te irías.
          No lloré, no grité, no me enfade siquiera. Me vestí y bajé a tomar el aire.